Sobre la nostalgia

Cuando visitas tu viejo hogar, la nostalgia te golpea dos veces: una al llegar y otra al marcharte. El golpe de la despedida no te pilla desprevenido; el mordisco frío en el pecho, cuando miras por el retrovisor y ves tu raíz alejarse hasta convertirse en horizonte, al menos te lo esperas. Con las manos agarradas fuerte al volante, sabes que se irá desvaneciendo según te alejes, según pasen los días, según tu vida real retome su ritmo.

El de la llegada te pilla siempre desprevenido: cada pequeño cambio que encuentras es un amargo recordatorio del tiempo que llevas lejos. El alcorque vacío de un árbol que viste crecer, un edificio donde antes había un solar. Te das cuenta de cuánto han crecido tus hijos al verlos corretear por una cartografía doméstica que podrías recorrer con los ojos cerrados. La ciudad es distinta, el lugar que dejaste hace tantos años ya no existe, y tu nostalgia extraña algo que ya nunca podrá tener. Todo ha ocurrido y no has estado aquí para verlo.

*

Uno pasa a ser de ninguna parte cuando emigra. Llegas a un nuevo lugar para construirte una vida, pero todo y todos estaban allí antes de que tú llegaras, con toda una historia escrita en la que tú eres un nuevo personaje que se incorpora tarde a la trama.

Y al mismo tiempo, cuando vuelves te das cuenta de que aquél tampoco es ya tu sitio. No están tu casa y tu rutina, no están tus cosas ni tus nuevos amigos. Tus amigos de siempre, incluso tu familia han continuado con sus vidas; ya no hay un hueco por defecto para ti en ellas. Puedo visitarles, pero ya no puedo compartir mi vida con ellos. Yo no puedo pedirle a mis padres que recojan a mi hija del colegio, o ver una película en casa con mis amigos del barrio, no puedo ayudar a mis sobrinos con los deberes, no puedo tocar el timbre de mi hermano para verle porque pasaba por allí.

Poco tiene que ver con la felicidad: tengo una vida inmensamente feliz, pero por mucho que hayas ganado, pagas un precio: nunca serás de aquí, y ya nunca podrás volver a ser de allí. Aunque en el día a día se te olvida, de vez en cuando hay un destello que te recuerda que ya no eres de ninguna parte. Como una especie de sensación de que te rozan las costuras del alma.

*

Mi nostalgia gime por todo. Mi nostalgia me designa asesino o víctima.
Y en el camino hay un camino para andar y andar. ¿Hacia dónde me llevarán las preguntas?
Yo soy de aquí y soy de allí, y no soy de allí ni soy de aquí.
Arrojaré muchas rosas antes de alcanzar una rosa en Galilea
1.

  1. En el camino hay otro camino, de Mahmud Darwish. ↩︎

Antonio Santo es escritor, aunque durante el día oculta su identidad secreta dirigiendo Jaleo, una agencia de comunicación especializada en la industria del videojuego. Ha publicado cosillas aquí y allá en revistas y antologías de poesía joven. En 2008 consiguió la beca de la Fundación Antonio Gala para poder pasarse un año sin tener que fingir que trabajaba. En 2012 fue el único poeta español invitado al World Event Young Artist, encuentro internacional de artistas dentro del programa de los JJOO de Londres. Aunque ya está retirado de las tablas, también se ha pasado 15 años subido en escenarios cantando, contando historias y recitando poesía; tiene un EP llamado "Mi némesis particular" que se puede escuchar gratis en Spotify. Vive en Madrid con su mujer y su hija. Lleva sombrero y su madre dice que es muy apañao.

¿Hay alguien ahí?

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